La creciente presencia de la tecnología y la Inteligencia Artificial (IA) en la vida académica de niños y adolescentes ha generado una urgente necesidad de establecer límites claros en el hogar. Expertos en educación digital y psicología infantil coinciden en que la prohibición no es la solución, sino la mediación activa por parte de los padres. Este enfoque busca transformar el consumo pasivo de pantallas en una herramienta educativa potente y controlada.
El Dr. Pablo Rivas, periodista y experto en producción radiofónica y de podcast, a través de su programa «Pablo 360», destaca la importancia de crear un «Contrato Digital Familiar». Esta herramienta, promovida por investigadoras como la Dra. Alicia O’Dell de la Universidad de Stanford, no es una imposición, sino un acuerdo negociado entre padres e hijos. Dicho contrato debe especificar zonas libres de tecnología y tiempos específicos para el uso recreativo y el académico.
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Para los estudiantes de bachillerato, el reto es aún mayor con la IA. Rivas subraya que, si bien la IA es un recurso, los padres deben vigilar su uso para evitar el plagio y fomentar el pensamiento crítico. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard confirma que la IA es beneficiosa si se utiliza para analizar o generar ideas iniciales, obligando al estudiante a verificar y profundizar en la información.
El pilar de esta estrategia es el ejemplo parental. Si los padres están constantemente distraídos por sus dispositivos, es natural que los hijos imiten ese comportamiento. El Balance Digital Familiar es, ante todo, un ejercicio de coherencia y modelado de hábitos saludables en casa. La calidad del tiempo frente a la pantalla debe primar sobre la cantidad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque enfocada en el sedentarismo, indirectamente refuerza esta postura al advertir sobre cómo el tiempo excesivo de pantalla puede desplazar actividades esenciales para el desarrollo, como el sueño y el juego físico no estructurado. Los padres deben garantizar que la tecnología no canibalice estos espacios vitales para el desarrollo cognitivo y emocional.
En conclusión, la tecnología y la IA no son el enemigo. Son herramientas que requieren un manual de uso ético, cívico y equilibrado, co-creado por la familia. El éxito del estudiante en la era digital depende de la habilidad del padre para ser un guía digital proactivo, estableciendo normas claras basadas en la confianza y el propósito educativo.
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